Ante la ilusión del aire inestable,
el mundo existe únicamente si es parte de la galaxia; la galaxia conoce de su existencia gracias a las constelaciones; la constelación se expande y retrocede cuando el universo se lo permite; el universo es mi mundo; mi mundo existe...
Cuando el fuego duele,
la piel cae en pedazos, arde para dar forma a una madeja de intestinos feroces pero inutiles ante la más mínima emoción; duele, mostrando mi debilidad ante el mundo.
Al pisar la tierra firme,
el pasto verde se mece al ritmo del canto del viento; el calor del Sol deja la tierra en su más pura esencia; sin agua y sin aire; la tierra es la salvación de aquello inestable y doloroso: el tiempo que corre.
Yo soy agua y quizá éter; pero y si soy cuerpo, por ende soy ilusión.
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